Adolfo Zurriapato Gurrupaque

LA ROSITA Y EL JARDINERITO (ma salío pero güeno, güeno, güeno!!!)

El jardinerillo cuidaba su rosa,
¡qué rosa más bella y maravillosa!,
y con cariñillo veíala crecer
(¡Ay si la rosita fuera una mujer
de olorosa piel y colita hermosa!).

Y con sus cuidados crecía y crecía,
pero la rosita tan avergonzada
(aunque no tenía ni tetas ni nada)
miraba hacia el suelo con melancolía,
(...y asco por culpa de cierta cagada).

El jardinerillo perdía sus ojos
por ver de su rosa los pétalos rojos
(de hecho el pobre hombre quedóse hasta tuerto),
mas tanto trabajo por tantos abrojos
hizo que de pronto se encontrara muerto.

Oh, rosa, ¿qué hiciste del jardinerito?
Él te daba todo y tú ni un poquito,
tú allí tan tranquila dándole a la rumba,
tan presuntüoso cada petalito,
sin que te importara mandarlo a la tumba.

Adolfo Zurriapato Gurrupaque

No hay comentarios:

Publicar un comentario